miércoles, 6 de enero de 2016

Punkora – La Mentira (2011)

       Cuando se habla de música de nicho, un tema recurrente son los grandes nombre, esas bandas que suelen ser los números fuertes de las tocatas, aquellas que llevan más años haciendo música, que incluso han conseguido reconocimiento fuera de su respectiva escena y que son a los que se suele echar mano para definir tal o cual estilo musical. En el caso del punk rock, aquello no deja de ser así y los nombres no son un misterio para nadie. Sin embargo, tampoco es misterio que se trata de bandas que llevan ya cerca de veinte o más años de circo, y si bien por fortuna gozan todas de buena salud y no dan indicios de retirada, al momento de hablar de recambio suele hacerse un incómodo silencio. Sin embargo, existe un cúmulo de músicos, no muy numeroso pero presente, que se desmarca del resto de sus congéneres por su calidad y constancia, que también acumulan cierto kilometraje y que pueden ser considerados como candidatos a tomar la posta cuando llegue el momento. Dentro de este grupo, PUNKORA es un nombre que suena fuerte.

       Con ya más de quince años de existencia y varios discos bajo el brazo, PUNKORA ha evolucionando desde ser una banda de corte más lúdico y rudimentario, iniciando la transición con el disco “VAMOS CONCHETUMADRE” (2008) al sonido que ostenta actualmente: punk rock serio, bien ejecutado, lleno de matices, con una profundidad lírica que se aprecia en los cortes promocionales de su más reciente material “CONTRA EL SUELO” (2015). Sin embargo, ese proceso termina de decantar en este disco, un paso decisivo en la carrera de la agrupación, pues es aquí, en “LA MENTIRA” (2011), donde terminan de definir la banda que son actualmente, ostentadora de ese sonido tan propio que puede percibirse hoy en día. Probablemente en el futuro PUNKORA registre muchos otros discos, incluso mejores que este, pero es en este punto donde su propuesta despega de manera adulta, plena y absoluta.

       En apenas veinticuatro minutos “LA MENTIRA” consigue erigirse como un trabajo potente, sólido, macizo, bien pensado, apropiadamente grabado y que se ofrece como un producto de calidad altísima no solo para los estándares de la escena local sino que en términos generales. Los fuegos abren con “Bailando con la fea”, una canción que plasma de manera clara lo que marca el patrón del sonido del disco y de la banda en la actualidad: coloridos juegos de guitarras, un interesante trabajo en los quiebres de batería, celeridad, potencia y la voz cantante, característica y muy carismática, que va disparando los versos como si estuviese declamando ante una multitud. A esta canción le siguen grandes piezas que se han transformado rápidamente en clásicos que la gente corea en las tocatas como “Chica Ramonera”, “Música de Mierda” y la preciosa “Buenos Momentos”. Sin embargo, el disco tiene dos grandes puntos altos que son prueba de lo que ha conseguido la banda en todos estos años. El primero es “Es Mentira”, una brevísima y acelerada canción con pasta de corte promocional que dispara sin pelos en la lengua que todo lo que nos rodea es mentira, que todo es falso, que lo que vemos no es como lo vemos y lo hace de una manera tan brillante que cuesta quedarse impávido. Las guitarras parece son un huracán sónico, la batería invita a hacer air drumming en todo momento y el tema no deja de ir creciendo hasta su mismísima conclusión. Un ejemplo de cátedra de buen punk rock. Sin embargo, gana por una nariz la canción que cierra el disco. “Poder y Control” es un tema atípico para una banda punk. De esos que muchos dirían que no serían capaces de crear. Es una pieza lenta, oscura y que denota rabia contenida, esa que se filtra a las letras que hablan de que “el ser humano es ingobernable por naturaleza”, que “el control no nace de la violencia” y que “no odiamos el sistema porque nos guste odiar, lo odiamos porque nos obliga a ser todo lo que no queremos ser”. Una verdadera joya que cierra la placa a modo de declaración de principios, dura, desafiante, lista a dar la pelea, como manda en este género musical.

       Fiskales Ad Hok, BBS Paranoicos, Los Miserables, Los Peores de Chile, Machuca, por nombrar algunas, son bandas, y músicos, muy queridos en la escena, pero hay que asumir que en algún momento van a decidir dar un paso al lado. Y es legítimo. No se les puede obligar a tocar para siempre solo porque guste mucho su música y no haya nombres que puedan tomar el sitio. Pues si se ha de comenzar a buscar gente para el puesto, sin duda que PUNKORA, luego de haber editado este disco y haber conseguido llegar a tal nivel de calidad, suena con fuerza como una opción más que válida. Las credenciales las tienen de sobra, tienen el suficiente bagaje y, sobre todo, es gente que se nota que cree en lo que hace. Y eso tiene su respuesta por parte del público. Es cosa de verlos en una tocata cualquiera. Esa es la mejor carta de presentación que tienen para el puesto.

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