Cuando
se habla de música de nicho, un tema recurrente son los grandes nombre, esas
bandas que suelen ser los números fuertes de las tocatas, aquellas que llevan
más años haciendo música, que incluso han conseguido reconocimiento fuera de su
respectiva escena y que son a los que se suele echar mano para definir tal o
cual estilo musical. En el caso del punk rock, aquello no deja de ser así y los
nombres no son un misterio para nadie. Sin embargo, tampoco es misterio que se
trata de bandas que llevan ya cerca de veinte o más años de circo, y si bien
por fortuna gozan todas de buena salud y no dan indicios de retirada, al
momento de hablar de recambio suele hacerse un incómodo silencio. Sin embargo,
existe un cúmulo de músicos, no muy numeroso pero presente, que se desmarca del
resto de sus congéneres por su calidad y constancia, que también acumulan
cierto kilometraje y que pueden ser considerados como candidatos a tomar la
posta cuando llegue el momento. Dentro de este grupo, PUNKORA es un nombre que
suena fuerte.
Con
ya más de quince años de existencia y varios discos bajo el brazo, PUNKORA ha
evolucionando desde ser una banda de corte más lúdico y rudimentario, iniciando
la transición con el disco “VAMOS CONCHETUMADRE” (2008) al sonido que ostenta
actualmente: punk rock serio, bien ejecutado, lleno de matices, con una
profundidad lírica que se aprecia en los cortes promocionales de su más
reciente material “CONTRA EL SUELO” (2015). Sin embargo, ese proceso termina de
decantar en este disco, un paso decisivo en la carrera de la agrupación, pues
es aquí, en “LA MENTIRA” (2011), donde terminan de definir la banda que son
actualmente, ostentadora de ese sonido tan propio que puede percibirse hoy en
día. Probablemente en el futuro PUNKORA registre muchos otros discos, incluso
mejores que este, pero es en este punto donde su propuesta despega de manera
adulta, plena y absoluta.
En
apenas veinticuatro minutos “LA MENTIRA” consigue erigirse como un trabajo
potente, sólido, macizo, bien pensado, apropiadamente grabado y que se ofrece
como un producto de calidad altísima no solo para los estándares de la escena
local sino que en términos generales. Los fuegos abren con “Bailando con la
fea”, una canción que plasma de manera clara lo que marca el patrón del sonido
del disco y de la banda en la actualidad: coloridos juegos de guitarras, un
interesante trabajo en los quiebres de batería, celeridad, potencia y la voz
cantante, característica y muy carismática, que va disparando los versos como
si estuviese declamando ante una multitud. A esta canción le siguen grandes
piezas que se han transformado rápidamente en clásicos que la gente corea en
las tocatas como “Chica Ramonera”, “Música de Mierda” y la preciosa “Buenos
Momentos”. Sin embargo, el disco tiene dos grandes puntos altos que son prueba de
lo que ha conseguido la banda en todos estos años. El primero es “Es Mentira”,
una brevísima y acelerada canción con pasta de corte promocional que dispara
sin pelos en la lengua que todo lo que nos rodea es mentira, que todo es falso,
que lo que vemos no es como lo vemos y lo hace de una manera tan brillante que
cuesta quedarse impávido. Las guitarras parece son un huracán sónico, la
batería invita a hacer air drumming en
todo momento y el tema no deja de ir creciendo hasta su mismísima conclusión.
Un ejemplo de cátedra de buen punk rock. Sin embargo, gana por una nariz la
canción que cierra el disco. “Poder y Control” es un tema atípico para una
banda punk. De esos que muchos dirían que no serían capaces de crear. Es una
pieza lenta, oscura y que denota rabia contenida, esa que se filtra a las
letras que hablan de que “el ser humano es ingobernable por naturaleza”, que
“el control no nace de la violencia” y que “no odiamos el sistema porque nos
guste odiar, lo odiamos porque nos obliga a ser todo lo que no queremos ser”.
Una verdadera joya que cierra la placa a modo de declaración de principios,
dura, desafiante, lista a dar la pelea, como manda en este género musical.
Fiskales
Ad Hok, BBS Paranoicos, Los Miserables, Los Peores de Chile, Machuca, por
nombrar algunas, son bandas, y músicos, muy queridos en la escena, pero hay que
asumir que en algún momento van a decidir dar un paso al lado. Y es legítimo.
No se les puede obligar a tocar para siempre solo porque guste mucho su música
y no haya nombres que puedan tomar el sitio. Pues si se ha de comenzar a buscar
gente para el puesto, sin duda que PUNKORA, luego de haber editado este disco y
haber conseguido llegar a tal nivel de calidad, suena con fuerza como una
opción más que válida. Las credenciales las tienen de sobra, tienen el
suficiente bagaje y, sobre todo, es gente que se nota que cree en lo que hace.
Y eso tiene su respuesta por parte del público. Es cosa de verlos en una tocata
cualquiera. Esa es la mejor carta de presentación que tienen para el puesto.
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